jueves, 15 de marzo de 2012

Bestiario del poder, Alejandro Flores




Artículo publicado en Plaza Pública: 

Es importante reconocer el apoyo que la Universidad Rafael Landívar ha brindado para que el proyecto de Plaza Pública sea una realidad. Especialmente por el oxígeno que ha venido a dar al desgastado y manipulado periodismo escrito, radial y televisivo que circula hegemónicamente.
Según se indica al inicio del libro, un bestiario puede ser: a) el hombre que lucha con las fieras en el circo romano, así como b) la colección o descripción de animales reales o fantásticos que aparecen en la literatura medieval.
Estas definiciones me llevaron a preguntarme ¿por qué el libro ha sido titulado Bestiario del Poder? Es decir, ¿han querido señalar que en el libro será presentada la colección de animales fantásticos o que el periodista, al enfrentarse a las fieras de la política, puede ser considerado como un bestiario?
Este es un tiempo de animales fantásticos, de bestias: hay cangrejos, zopilotes resentidos, campesinos terroristas financiados por los suecos… pero también tenemos malignas arañas, monos de oro, pollos roncos, con un etcétera prácticamente interminable.
Así que cuando leí el libro, lo hice con la expectativa de encontrar a todas estas bestias y quimeras. Lo que hallé, sin embargo, fueron individuos reales, más que imaginarios, que gravitaban en torno del Estado, la bestia leviatánica, y la economía, la más bestia de todas.
Pero esas son bestias mayores y lo más común es que los bestiarios hagan compendio de las bestias menores, me dije. Pensé entonces que el bestiario era un título dedicado a los periodistas de Plaza Pública, más que nada porque que luchan con las fieras en el circo de la política y la economía. Me preguntaba entonces, ¿dónde estaban todas estas otras bestias?
No fue sino hasta llegar al perfil del ahora presidente Otto Pérez que pude comprender que había otro ejercicio en la construcción del bestiario y ese era el que buscaba exactamente. Una descripción elaborada por Enrique Naveda que terminó convirtiéndose en epifanía:
“…hacía apenas un rato que su amigo, el exoficial de inteligencia Giovanni Pacay Paredes, con el que había trabajado en la D-2, había sido tiroteado en su oficina, y se le daba por muerto. Otto Pérez respondió a las preguntas sin mostrar miedo ni estupor ni piedad ni pena en el rostro, y después se marchó. Según nos dijeron, iba a otra reunión.
En aquel momento comprendí lo que había percibido la primera vez que lo tuve enfrente y le pregunté, con impertinencia o ingenuidad, si había matado: Otto Pérez Molina es, como se suele decir, un tipo inescrutable. Si sentía en aquel instante rabia o temor o lástima, no lo reflejaba su expresión. Si sentía la necesidad de reventar de un puñetazo una pared, su gesto anodino, sus respuestas mecánicamente emitidas, su tono de voz inconmovible, casi como si le fuera algo ajeno, lejano, no permitían entreverlo. Introvertido, poco expresivo y analítico, nadie que no lo conociera bien podría decir si sentía algo, aunque todos podíamos suponerlo. O tal vez no. Como militar en tiempos de guerra, la muerte siempre ha rondado los alrededores.”
Allí estaba el animal que buscaba, allí estaba… El bestiario no es únicamente el periodista, me dije; el bestiario también contiene a un ser sin mirada, que produce horror, miedo, que habita el espacio de lo inescrutable y que recuerda el olor de la muerte y la pólvora.
El bestiario es, entonces esa tensión entre el hombre que lucha con el animal político y el animal político en sí. El bestiario ya no es nada más la recopilación de seres fantásticos, de brujas que haya que cazar, de cangrejos que haya que silenciar. El hombre, el crítico, es también una bestia que lucha contra otras bestias en una posición de desventaja. El bestiario de Plaza Pública parece entonces ser eso: una labor periodística que resiste y combate demonios y poderes emanados del +inframundo estatal y/o corporativo. El bestiario es esa bestia, la bestia del poder, pero es también su propia anti-bestia, la bestia otra, la de la resistencia, la honestidad, el compromiso con la información, la ciudadanía y la democracia.
Les recomiendo leer el libro.

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