viernes, 30 de marzo de 2012

Antonio Flores: “Nunca me interesó ser reconocido ni famoso”, por Ángel Elías*


Marco Antonio Flores. Foto de Prensa Libre.


 

 

(*) Entrevista publicada en Prensa Libre el 12 de marzo de 2012: http://prensalibre.com/escenario/cultura/intereso-reconocido-famoso_0_662333845.html

 

Marco Antonio Flores (1937), uno de los escritores con mayor reconocimiento literario en Guatemala, presentará el próximo mes Viaje hacia la noche.


Entre las novelas de Flores destacan Los Compañeros (1976), En el filo (1993), Los muchachos de antes (1996) y Las batallas perdidas (1999). Su poesía inicia con La voz acumulada (1964) y Muros de luz(1968), que son parte medular de toda su obra. Escribe ensayo, teatro y ejerció el periodismo. En el 2006 recibió el Premio Nacional de Literatura.

¿Cómo nace la novela Viaje hacia la noche?
Esta, al igual que mi literatura, nace del inconsciente. Yo no busco temas para un cuento, una novela o un poema. Solo surgen cuando quedan guardados dentro de la mente y salen al momento de una tensión o emoción intensa. Es una necesidad propia.

¿Cuál fue la emoción que motiva esta novela?
No lo recuerdo, eso es algo que no queda registrado, es una emoción que aflora desde las primeras líneas.
Esta es mi quinta y última novela que inicia con Los compañeros. Así es toda mi literatura, un cúmulo de emociones que se plasman en el texto.

¿Ya no habrá otra?
No lo sé, ya estoy cansado de escribir. Llevo 27 libros publicados. La escritura requiere mucho trabajo y tiempo. Ya no tengo entusiasmo para dedicarme a otra novela. Depende del estado de emoción en que me encuentre.

¿Se siente satisfecho por toda su obra?
Estoy satisfecho conmigo mismo. Con mis publicaciones no trato de satisfacer a los demás. Nunca me interesó ser reconocido ni famoso. Todas esas cosas tontas arruinan la vida del escritor y lo hacen un payaso frente a los demás. Al final de todo esto, la poesía para mí es más emotiva. La narrativa es más seca y directa, porque cuenta historias, la poesía relata emociones.

¿Qué encierra Viaje hacia la noche?
El final lo descubrirá cada lector.

¿Es autobiográfica?
No necesariamente, el escritor arma una novela con partes de su vida. Esta surge de mí, aunque los personajes no necesariamente sean yo. Aparecen de emociones guardadas y que he vivido para escribir el texto.

¿Sigue escribiendo poesía?
No, hace años que dejé de hacerlo.

¿Se acabó su necesidad?
No sé si terminó, solo sé que no ha surgido.

¿Siente temor por dejar de escribir?
No me da temor dejar de escribir, es un miedo sin sentido. La literatura es parte de mi vida desde que tengo 20 años. Y no he necesitado de la literatura para sobrevivir. Esta nace, se publica y sé que de allí lo demás ya no importa.

¿Para Marco Antonio Flores qué significa este libro?
Significa que al paso de los años logro mayor capacidad para escribir y a la vez llevar al lector por la historia que narro. Puedo decir que es lo más importante que he escrito.

La novela
Viaje hacia la noche, editado por F&G, se presentará el 24 de abril en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón. El libro está en preventa en la librería Sophos, y a partir del próximo mes, en las principales librerías del país.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Espirales, de Javier Mosquera Saravia (fragmento)



17

¿Qué te hicieron, mi cielo? ¿Cómo permití que esos animales pusieran sus manos en tu carita, en tus senos? ¿Dónde mierdas estaba, que no fui capaz de defenderte? Yo, que te prometí prote­gerte y que creí tener alas para que, cubierta con ellas, nunca te pasara nada?
¿Por qué uno es tan impotente, por qué no puede por un instante tener algo de dios y con sólo mover un dedo deshacer el horror? ¿Por qué tuve que estar encadenado aquí, escondido co­mo un cobarde, mientras a ti te hacían cosas que no quiero ni imaginar?
Cómo hubiera querido tener cuerpo de no­che para esconderte entre mis brazos y que a mi lado durmieras tranquila. Como hubiera querido ser azúcar para endulzar tus oídos y no tuvieras que escuchar los insultos y las calumnias... Ojalá hubiera podido ser tú, para recibir yo las patadas y las balas, al que violaran y metieran en un hoyo quién sabe dónde... Pero soy sólo un patético aprendiz de nada. Ni revolucionario, ni guerri­llero, y mucho menos tu ángel guardián.
Te fallé, mi vida, y ahora estás muerta.
Dime, ¿cómo voy a poder vivir sin ti, sabien­do que a la hora de la verdad fui lo que siempre he sido, un cobarde de mierda?

martes, 27 de marzo de 2012

Índice de "Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena. Los Altos de Guatemala: de región a Estado, 1740-1871", de Arturo Taracena Arriola





Presentación de la Biblioteca Básica de Historia de Guatemala

Prólogo

Prólogo a la Segunda Edición
Introducción
I.                        El Desarrollo Regional de Los Altos de Guatemala
La región económica y la histórica
Los Altos y el crecimiento poblacional
Abastecedores del mercado interno
Una importante industria textil
Los Altos, el contrabando y el libre comercio
Administración colonial y poder político local

II.                      El inicio de una élite
En busca de una biografía colectiva
Élite, tierra y expansión de la regionalidad    
La alquimia de las alianzas matrimoniales      

III.                   La génesis del Movimiento Separatista     
La lucha por la autonomía         
La lógica anexionista del separatismo      
Construyendo una hegemonía política       
Las vicisitudes de un constituyente imperial       

IV.                   Los Altos y la Construcción del Sistema Republicano Federal
La Asamblea Nacional Constituyente       
El tablero de la negociación       
El plato de lentejas de Cirilo Flores      
Un final trágico           

V.                     La Construcción de la Coyuntura Separatista
  La mecánica numérica de las elecciones legislativas    
  La nueva generación de políticos altenses     
  La continuidad de la lógica numérica electoral     
           El Congreso Federal del año 1836    
           La crisis económica          

VI.       La Creciente Importancia Militar de Los Altos
De los “furores de la revolución, al estado de inutilidad”   
Los efectos del triunfo liberal del 29        
La importancia militar de la frontera occidental   
La “División de Los Altos”       

VII.      La Declaración del Estado de Los Altos     
La caída del gobierno de Gálvez        
La declaración del 2 de febrero de 1838      
El Gobierno Provisorio          
El reconocimiento del Gobierno federal      
El estigma historiográfico       
 El Tratado de El Rinconcito       
La “disolución” y reorganización del Estado de Guatemala   

VIII.     Un Estado por armar        
Instalación del Gobierno Constitucional      
La labor legislativa        
La “rosca” altense          
Las contradicciones de la unicidad      
El proceso de segregación y la Vicaría foránea     
El agravio a la iglesia “primitiva”      

IX.       Inventando el Regionalismo       
El desagravio a los quichés       
El antecedente del “patriotismo criollo”    
En busca de lo “altense”       
El significado de la heráldica        
Pacifismo y laboriosidad versus revolución y anarquía
Regionalismo versus Nación        
El uso de la fiesta cívica y de la prensa     

X.        El Sexto Estado de la Federación      
El imperialista Chatfield        
La alianza con los “serviles” en Guatemala      
El papel de los emigrados liberales     
El affaire Piñol-Batres         
La “perfi dia” guatemalteca 
      
XI.       El desmantelamiento del Estado de Los Altos    
La campaña militar contra Los Altos       
La soledad de Marcelo Molina       
La suerte de los otros       
El desmantelamiento del Estado altense     
El ataque a la iglesia regionalista      
La resistencia altense y la insegura neutralidad de Soconusco   
La anexión mexicana de Soconusco y las acusaciones contra Marcelo Molina          

XII.                Estado de los Altos, Indígenas y Régimen Conservador
Criollos, indios y ladinos         
Los antecedentes inmediatos         
La desigualdad ante la capitación      
El comercio y la tierra: los otros factores del enfrentamiento  
La rebeldía indígena       
Las alianzas y la integridad territorial       
La aparición del espectro de la “guerra de castas”     
Carrera y la reinstauración de la “república de indios” 
  
XIII.      848: El Segundo Intento de Independencia   
La fundación de la República unitaria       
La alianza altense con La Montaña     
El comienzo del fin       
El desmoronamiento de la alianza intra-altense     
El retorno de Carrera       

XIV.     ¿Cuál Guatemala? Centralista o Federal      
Una Guatemala federal        
El trasfondo económico de los Convenios de 1849      
La crisis trienal           
La mano oculta del Consulado de Comercio     

XV.      Guerra de Castas y República de Indios      
La República de Indios        
La segunda amenaza de la guerra de castas     
Lo local, lo regional y lo nacional      
La mano forjadora de Carrera        
Más allá de la frontera        
Expropiaciones y migraciones        
El resentimiento ladino en Los Altos      
La simbiosis del sentimiento regional y del nacionalismo    

XVI.     Conclusiones guatemaltecas       
Las lecciones de una derrota        
Las consecuencias económicas        
Las consecuencias políticas        
La hegemonía nacional de los ladinos altenses    
¿El futuro en el pasado o un futuro con pasado?   

Fotografías e imágenes        
Índice Onomástico          







viernes, 23 de marzo de 2012

Carolina Escobar Sarti




Nació en Guatemala el 11 de diciembre de 1960. Escritora guatemalteca, columnista de prensa, catedrática universitaria e investigadora social. Licenciada en Letras, cuenta con una maestría en Literatura Hispanoamericana, una especialización en Población y Desarrollo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y un título de suficiencia investigadora por la Universidad de Salamanca. Es candidata al Doctorado en Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad de Salamanca, sólo pendiente de la defensa de tesis.

En Guatemala ha recibido varios reconocimientos del Movimiento de Mujeres, de Prensa Libre, de la Mesa Nacional de Migraciones y de grupos literarios, entre otros. Ha representado a Guatemala en diversos espacios internacionales como la Asamblea de Naciones Unidas en Nueva York y la Feria del Libro de Barcelona 2004. Cuenta con el Premio UNICEF a la Comunicación 2000.

Ha publicado seis libros de poesía: Te devuelvo las llaves (F&G Editores, 2010), Patria mi cuerpo. Historia de una mujer desnuda (F&G Editores, 2008), No somos poetas (F&G Editores, 2006), Rasgar el Silencio (Editorial Palo de Hormigo, 2003), Palabras sonámbulas (Ediciones CES, 2000) y La penúltima luz (Ediciones del Pensativo, 1999). Cuenta con material inédito y experimenta con la narrativa. Ha sido invitada a leer poesía en México, Argentina, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Hungría, España y Canadá, entre otros.Ha publicado artículos, ensayos y libros sobre diversos temas, así como poemas en revistas y periódicos de su país, de Austria, Finlandia, Estados Unidos, México, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Alemania y España.

Cuenta también con poesía publicada en sitios de Internet, así como en revistas y antologías (“Las palabras pueden: los escritores y la infancia”/UNICEF-PMA 2007; “La herida en el sol”- Poesía contemporánea centroamericana(1957-2007)/Universidad Nacional Autónoma de México 2007;  “Mujer, cuerpo y palabra”/Ediciones Torremozas-Madrid 2004; “Voces de Posguerra”/ Guatemala-2001; “Antología de poesía latinoamericana / Mensajeros de la Lluvia” (Groundwood Books-Estados Unidos-2001; “Mujer, desnudez y palabras” (Artemis Edinter, Guatemala, 2002); “Río” /Semanario de Cultura y Arte- México, junio 2002,  entre otros).


Algunas opiniones sobre su obra:

“Si todo lo político es personal, un poema de amor también es político y en la obra de Carolina Escobar Sarti los amantes se forjan a recuerdos con palabras que duelen y se encajan en la piel. Carolina atesora lo que fue de los amantes, y al igual que ella sabemos que lo único que conservamos hasta la muerte es el recuerdo del amor que alguna vez nos poseyó.” (Elena Poniatowska Amor).

“Su escritura poética es una continuidad profundizadora, en cuyo transcurso las palabras del poema crean las vivencias del amor como una condena feliz y melancólica, apasionada y solitaria, que al mismo tiempo son sigilosas anticipaciones de la muerte.” (Pedro Lastra).

“La profundidad de la existencia es inconmensurable. De igual manera, cada palabra y cada signo de cada palabra tienen su propio universo. Explicar esto es imposible para los científicos, pero es posible para la poesía. Así lo demuestra Carolina Escobar Sarti en su más reciente libro, titulado No somos poetas. “Los poetas somos apenas arqueólogos en oscuras cavernas”, dice. Su libro tiene una filosofía del Ser, inherente tanto a los creadores como al resto de la humanidad. Y en su libro arma una hermosa paradoja: Escobar Sarti crea la poesía negándose a ser creadora de poesía. Contrario a lo común, cuando el poeta pretende que todo cuanto ha salido de computadora o lápiz está destinado al reino de la poesía.” (Juan Carlos Lemus).

“Carolina no se empecina en lo sórdido. Y no porque en lo sórdido no se halle también poesía, sino porque no le va, no le apetece. Está contenta con su fulgor interno, con la luz que irradia, con la palabra sacrosanta que la habita. El regocijo que encuentra en su decir poético nos llega como un viento suave y audaz, un viento que gira en su propia sintaxis, en un ritmo propio, en su música interna. La mayor aventura: ser su propia voz, su propio reflejo en el espejo de la vida que conjuga el amor con la fugacidad del tiempo, del tiempo-amor que nos hunde en lo eterno.” (Margarita Carrera, Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”, 1996).

“Carolina se atreve a escribir con esa pureza con que salimos del vientre materno, para invitarnos a hacer lo mismo frente a los escondidos con vestidos y galas para ocultar su vileza de vender patria en pro de su mayor capitalismo, cada vez más alejado de la miseria en la que viven tantos seres humanos.” (Carmen Naranjo).

“Más allá de encontrar los lugares comunes, luego las mamposterías y el maquillaje que borra la diferencia, poco a poco va apareciendo la lucha tremenda con el lenguaje, con las costumbres de su uso, hasta tener un decir más claro, más cerca del cuerpo que dejará de ser el arca del páter, para convertirse en palabras desde el otro y para el otro.” (Rodolfo Arévalo).


Más información sobre la obra de la autora:








sábado, 17 de marzo de 2012

Luis Enrique Sam Colop



Luis Enrique Sam Colop, escritor k’iche’, nació en Cantel, Quetzaltenango el 7 de diciembre de 1955, falleció el 15 de julio de 2011.  Abogado y notario por la universidad Rafael Landívar (1983), su tesis Hacia una propuesta de ley de educación bilingüe obtuvo el primer premio en la Facultad de Derecho ese año. Obtuvo una maestría en Lingüística por la Universidad de Iowa City y un doctorado por el Departamento de Inglés de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, donde escribió la disertación Maya Poetics.

Entre sus publicaciones están: “Bosquejo de algunos temas de la gramática k’iche’” en Lecturas sobre la lingüística maya (Cirma, Guatemala, 1990); Cinco siglos de encubrimiento: a propósito de 1991 (Editorial Cholsamaj, Guatemala, 1991) texto que fue traducido al italiano (Bonnano Editore, Catania, Italia 1992) y publicado en español por la revista Global Justice de la Universidad de Denver Colorado y en inglés en Maya Cultural Activism in Guatemala (editorial de la Universidad de Texas, Austin); “Xajoj Tun vs. Quiché Vinak”, revista Encuentro del Instituto Guatemalteco de Cultura Hispánica (1993); Popol Wuj: versión poética kíche´ (Editorial Cholsamaj, 1999).

Participó en congresos de Latin American Studies Association, American Anthropological Association, Congreso Internacional de Americanistas y dictado conferencias sobre lingüística, literatura maya y temas jurídicos mayas en universidades de Estados Unidos y Ecuador.

Fue becario del Instituto Interamericano de Derechos Humanos de Costa Rica, de la Fundación Guggenheim de Nueva York, de Plumsock Mesoamerican Foundation, de la American Philosophical Society de Filadelfia. Obtuvo dos veces la beca Fulbright, y la Newberry Library de Chicago le otorgó una beca para edición.

Durante varios años publicó dos veces por semana una columna en el diario Prensa Libre.

Su trabajo más reconocido nacional e internacionalmente fue la traducción, en versión poética, del Popol Wuj. En la introducción del libro dice Sam Colop: “En la mayoría de traducciones se ha obviado el lenguaje en el que fue escrito el Popol Wuj. Se han enfocado más en su contenido. El lenguaje en que fue escrito este libro, combina verso y prosa.”



Pocos libros en la historia reciente de la actividad editorial en Guatemala han sido tan comentados como la versión del Popol Wuj de Sam Colop, veamos algunos comentarios:

“Nos han devuelto la palabra original. Sam Colop limpia, capa tras capa, las veladuras que por siglos han cubierto la historia de un pueblo, sus mitos, narraciones y leyendas fundantes. Esta traducción marca un hito en el lugar de la identidad mesoamericana y de la literatura mundial... Desde su ser maya k’iche’, Sam Colop nos ha restituido un libro original a partir del lenguaje poético en que fuera escrito, para recordarnos que la escritura y la belleza han existido de este lado del mundo desde tiempos inmemoriales. En ese contexto, poner a dialogar a los abuelos y abuelas con los hombres y mujeres de hoy, es un acto de fe que le da sentido al verdadero propósito humano de la trascendencia.” (Carolina Escobar Sarti).

“... no estamos ante una traducción más, sino acaso ante la definitiva, merced al extraordinario trabajo de un lingüista con el talento, el saber y la dedicación del doctor Luis Enrique Sam Colop... Sam Colop aventaja a los traductores anteriores en tener la lengua quiché por lengua materna, lleva más de 25 años dedicado al estudio de la poesía maya y, por si eso no fuera bastante, ha mantenido consultas permanentes con destacados especialistas de las culturas precolombinas de Guatemala, como Robert Carmack, Christopher Lutz y Dennis Tedlock. De ahí que me haya atrevido a calificar de definitiva esta versión...” (Francisco Pérez de Antón, Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”, 2011).

“Mucho más allá de ser una traducción prodigiosa, esta versión del Popol Wuj del Dr. Luis Enrique Sam Colop es un diamante cuyas refulgencias poéticas se desplazarán aun al otro lado del fin de los tiempos, lo cual, en el caso de una anomalía como Guatemala, es remontarse al primer día de la inane historia nacional mestiza. En ningún corazón habrá más desesperanza luego de leer y releer las magnificencias que del idioma k'iche' al español trajo el Dr. Sam Colop, dador de las pocas palabras con linaje que nos quedan.” (JL Perdomo Orellana).

“La más reciente es la versión de Sam Colop, quien acertadamente optó por presentar una traducción poética, que convierte la epopeya precolombina en un poema de versos libres y no más en un relato narrativo. Los versos cobran sonoridad y ritmo en la medida que se cortan las líneas para pronunciar cada una conteniendo el aliento. Tal planteamiento multiplica las posibilidades de comprender las metáforas, y a ello suma un extraordinario trabajo de análisis filológico en las notas numeradas para asistir al interesado.” (Méndez Vides).

Más información:





jueves, 15 de marzo de 2012

Bestiario del poder, Alejandro Flores




Artículo publicado en Plaza Pública: 

Es importante reconocer el apoyo que la Universidad Rafael Landívar ha brindado para que el proyecto de Plaza Pública sea una realidad. Especialmente por el oxígeno que ha venido a dar al desgastado y manipulado periodismo escrito, radial y televisivo que circula hegemónicamente.
Según se indica al inicio del libro, un bestiario puede ser: a) el hombre que lucha con las fieras en el circo romano, así como b) la colección o descripción de animales reales o fantásticos que aparecen en la literatura medieval.
Estas definiciones me llevaron a preguntarme ¿por qué el libro ha sido titulado Bestiario del Poder? Es decir, ¿han querido señalar que en el libro será presentada la colección de animales fantásticos o que el periodista, al enfrentarse a las fieras de la política, puede ser considerado como un bestiario?
Este es un tiempo de animales fantásticos, de bestias: hay cangrejos, zopilotes resentidos, campesinos terroristas financiados por los suecos… pero también tenemos malignas arañas, monos de oro, pollos roncos, con un etcétera prácticamente interminable.
Así que cuando leí el libro, lo hice con la expectativa de encontrar a todas estas bestias y quimeras. Lo que hallé, sin embargo, fueron individuos reales, más que imaginarios, que gravitaban en torno del Estado, la bestia leviatánica, y la economía, la más bestia de todas.
Pero esas son bestias mayores y lo más común es que los bestiarios hagan compendio de las bestias menores, me dije. Pensé entonces que el bestiario era un título dedicado a los periodistas de Plaza Pública, más que nada porque que luchan con las fieras en el circo de la política y la economía. Me preguntaba entonces, ¿dónde estaban todas estas otras bestias?
No fue sino hasta llegar al perfil del ahora presidente Otto Pérez que pude comprender que había otro ejercicio en la construcción del bestiario y ese era el que buscaba exactamente. Una descripción elaborada por Enrique Naveda que terminó convirtiéndose en epifanía:
“…hacía apenas un rato que su amigo, el exoficial de inteligencia Giovanni Pacay Paredes, con el que había trabajado en la D-2, había sido tiroteado en su oficina, y se le daba por muerto. Otto Pérez respondió a las preguntas sin mostrar miedo ni estupor ni piedad ni pena en el rostro, y después se marchó. Según nos dijeron, iba a otra reunión.
En aquel momento comprendí lo que había percibido la primera vez que lo tuve enfrente y le pregunté, con impertinencia o ingenuidad, si había matado: Otto Pérez Molina es, como se suele decir, un tipo inescrutable. Si sentía en aquel instante rabia o temor o lástima, no lo reflejaba su expresión. Si sentía la necesidad de reventar de un puñetazo una pared, su gesto anodino, sus respuestas mecánicamente emitidas, su tono de voz inconmovible, casi como si le fuera algo ajeno, lejano, no permitían entreverlo. Introvertido, poco expresivo y analítico, nadie que no lo conociera bien podría decir si sentía algo, aunque todos podíamos suponerlo. O tal vez no. Como militar en tiempos de guerra, la muerte siempre ha rondado los alrededores.”
Allí estaba el animal que buscaba, allí estaba… El bestiario no es únicamente el periodista, me dije; el bestiario también contiene a un ser sin mirada, que produce horror, miedo, que habita el espacio de lo inescrutable y que recuerda el olor de la muerte y la pólvora.
El bestiario es, entonces esa tensión entre el hombre que lucha con el animal político y el animal político en sí. El bestiario ya no es nada más la recopilación de seres fantásticos, de brujas que haya que cazar, de cangrejos que haya que silenciar. El hombre, el crítico, es también una bestia que lucha contra otras bestias en una posición de desventaja. El bestiario de Plaza Pública parece entonces ser eso: una labor periodística que resiste y combate demonios y poderes emanados del +inframundo estatal y/o corporativo. El bestiario es esa bestia, la bestia del poder, pero es también su propia anti-bestia, la bestia otra, la de la resistencia, la honestidad, el compromiso con la información, la ciudadanía y la democracia.
Les recomiendo leer el libro.

miércoles, 14 de marzo de 2012

“Se renunció al impuesto a las telefónicas a cambio de aportes a la campaña de Sandra Torres”, Entrevista con Juan Alberto Fuentes Knight, por Enrique Naveda


26 de agosto de 2011
http://www.plazapublica.com.gt/
El próximo 1 de septiembre de 2011 F&G Editores pu­blicará Rendición de cuentas, un libro en el que el ex­mi­­nistro de Finanzas Juan Alberto Fuentes Knight des­cribe su paso por el gobierno. Y lo que vio. En esta entrevista ofrece algunos adelantos.

***

Hay, han de saber, dos formas de leer este libro (porque hoy vamos a hablar de un libro que habla de un go­bierno).
Una que busca la explicación larga, sistemática, jus­tificada y dura de la lógica reformista y las vicisitudes que guiaron dos años y medio de trabajo dentro del úni­co ministerio que es presionado no sólo por el Con­greso, el Organismo Judicial, y el sector privado, sino también por el mismo Gabinete de Gobierno: el Mi­nisterio de Finanzas Públicas, el encargado del Te­soro Público.
La otra es una lectura más descoyuntada, menos académica, quizá un poco morbosa y ciertamente pe­riodística. Algo anecdótica, si se quiere, si no fuera por su importancia para comprender la realpoli­tik guatemalteca. Para desmantelar mitos y discursos con­sabidos, para develar hipocresías, para mostrar que entretelones mucho de lo que sucede es una gran far­sa o un gran negocio.
Ambas lecturas se combinan.
El hilo conductor del libro es el empeño del Mi­nisterio de Finanzas de llevar a cabo una reforma fis­cal con propuestas cada vez más degradadas. “El es­píritu de un pueblo, su nivel cultural, su estructura so­cial, los logros que su política formule, todo esto y más está escrito en su historia fiscal, desnudada de cual­quier adorno. Aquel que sabe cómo escuchar aquí su mensaje puede discernir el trueno de la historia mun­­dial más claramente que en cualquier otro lugar”, se cita en el libro.
Pero no describe, desnudada de cualquier adorno, la estructura fiscal. Las intrigas, los sabotajes internos del Gobierno (las amenazas serias), las insinua­das trampas que como pequeñas conspiraciones urden en el Congreso diputados que en lo público se muestran an­tagónicos, la corrupción del sector público y del sec­tor privado, sus conflictos de interés, los ingeniosos frau­des, el esfuerzo, la incompetencia, la prensa, el G-8, Sandra Torres, Gustavo Alejos, Manuel Baldizón, Co­lom, Alejandro Sinibaldi, Roxanna Baldetti, la es­tafa de mdf y Efraín Bámaca de fondo en las nego­ciaciones, todo ello son los personajes, el decorado, la escenificación circunstancial de la tragicomedia.
Juan Alberto Fuentes Knight, el primer y más du­radero ministro de Finanzas de la administración de Álvaro Colom, publicará este libro, dice, tratando de dejar “quizás una especie de legado, de hacer ren­dición de cuentas personal”.
Y el libro tiene tanto de rendición de cuentas (el de­bate razonado de por qué decidió lo que decidió y la justificación de lo que él ve como sus errores) cuanto de ajuste de cuentas político e intelectual.
Se nota en lo que ya se ha dicho pero también en su aire travieso y lúdico, en la maldad académica con la que emplea las citas que encabezan cada sección del libro: citas de liberales clásicos (Adam Smith, por ejem­plo) para destruir los argumentos pseudoliberales de los intelectuales orgánicos; citas de las novelas his­tóricas de Francisco Pérez de Antón para dejar en evi­dencia a los dirigentes empresariales del país; ci­tas de Álvaro Uribe para justificar los tributos, citas de Var­gas Llosa, citas devastadoramente descriptivas del Con­greso.
Alguien le ha dicho que todos los ministros de­berían hacer lo mismo, cada uno en su ámbito: explicarle a la gente cómo es estar en el gobierno y, en su caso es­pecífico, cómo se trata de implementar la política fis­cal. Por eso lo ha escrito, dice, pero también con la idea de que esto no es sólo política fiscal: la política fis­cal tiene la capacidad de reflejar mucho lo que pasa en una sociedad: la estrategia de desarrollo de un país, sus prioridades, su esqueleto.
¿Y qué refleja la política fiscal?
La política fiscal refleja, dice, “que estamos en una situación desfavorable como país, refleja ciertas re­laciones de poder: un poder de veto que ejerce el sec­tor privado –normalmente muy intransigente en lo que se refiere a la política fiscal–, el predominio de una ideología muy conservadora que es contraria a un protagonismo del Estado a favor del desarrollo, y que también se manifiesta en comportamientos de una clase política muy débil”.

La ideología del sector privado

Cuando dice que hay una ideología conservadora contraria al de­sarrollo, ¿cree que existe una voluntad contraria al desarrollo o una confusión con respecto a cómo lograrlo?
No. Existe una ideología, una manera de pensar, que es dominante. Esa no le atribuye al Estado la po­sibilidad de impulsar de una manera decidida el de­sarrollo. Y a veces también tiene un tremendo temor de ese Estado, porque lo ve como el Leviatán que va a dominar a todos. Y al tener esa visión, le impide de­sempeñar su papel. Es un poco la ideología del Es­tado mínimo, del Estado... uno podría llamarlo neo­liberal. Y creo que eso sí explica en parte lo que ha ocurrido.

Ese sector privado con un poder de veto enorme y férreamente opuesto a las reformas fiscales que usted menciona, ¿actúa siem­pre de la misma manera o hay ciertas circunstancias bajo las que opera de otra forma y con mayor apertura?
Bueno, no es un sector privado homogéneo. Tiene dis­tintas fracciones, desde las más tradicionales, vin­culadas a la agricultura, hasta otras bastante tradicio­nales, vinculadas a la industria, y luego quizás sectores un poco más modernos, vinculados a las exportaciones no tradicionales o a los servicios. Esa misma condición eco­nómica incide en la manera de pensar. Hay unos que están en sectores más dinámicos, más modernos, más vinculados con el resto del mundo y eso conduce a visiones más abiertas. El problema creo que se da en que cuesta mucho articular una posición conjunta po­sitiva en varios temas. Y ahí el tema fiscal lo ilustra. El sector privado, y en particular el Cacif, tiene una gran capacidad para declararse totalmente en contra de iniciativas, pero tiene una tremenda dificultad para declararse a favor de una iniciativa, aunque sea una bas­tante modesta y moderada. Esto lo vimos porque im­pulsamos distintos tipos de iniciativas, lo discutimos con ellos, lo negociamos... En algunos casos había una oposición bastante frontal de todos. Por ejemplo el tema de ponerle un impuesto a los dividendos. Pero lue­go teníamos otros temas como lo que se refiere a antievasión, o la administración tributaria o el comba­te al contrabando. A veces había declaraciones a favor de que se hicieran cosas, pero en la práctica teníamos a unos que estaban a favor y a otros que se ponían en contra.
Por ejemplo llegamos a un acuerdo con ellos en re­lación a Antievasión ii, pero luego fue muy difícil que se pronunciaran de manera explícita a favor de esa iniciativa, lo cual hubiera ayudado mucho a que ca­minara en el Congreso.

Esa idea de los dividendos está destacada en el libro con un de­jo de sorpresa, como que no se lo esperaba y descubrió al lle­gar al ministerio que la oposición no era tanto a ciertos ni­veles impositivos cuanto al gravamen sobre los dividendos.
Tal vez estar totalmente sorprendido no, porque sí es una fuente importante de ingresos. Quizá lo que sí me llamó la atención fue lo fuerte de la oposición, to­mando en cuenta experiencias de otros países. Como Chi­le, donde se aplica. Reflejaba a final de cuentas la po­ca voluntad de aportar algo, aunque fuera pequeño. Se estaba proponiendo entre un 5 y un 10% de los dividendos. En ese sentido, quizá no fue una gran sor­presa, sino más bien el cumplimiento de un pre­sentimiento que no hubiera querido ver cumplido.

¿Por qué el Cacif no hizo fuerza para que se aplicaran las ta­rifas técnicas de importación de vehículos y permitió que se si­guiera utilizando el método que privilegia el fraude con facturas falsas?
Incidió la posición de los importadores de vehículos nue­vos, que no querían que aumentara aunque fuera le­vemente lo que ellos tenían que pagar, lo cual condujo a que su oposición se sumara a la oposición de diputa­dos que favorecían el uso de facturas falsas. Al final de cuentas, fue una demostración de miopía y de que las exigencias públicas que a menudo hacen represen­tantes del sector privado que se debe combatir el contrabando y la evasión se quedan sólo en generalida­des, pero cuando ya se trata de aterrizarlas ya no les gustan.

¿Pero qué peculiaridades tiene el sector privado acá que lo hace tan reacio a las reformas?
Yo creo que tiene un origen colonial muy especial. El hecho de que basó su desarrollo originalmente en apro­vechar mano de obra en condiciones casi de es­clavitud, en condiciones de un claro racismo, de un país desintegrado; el propio origen de los conquistadores y el conquistador principal que tuvimos, que fue Pedro de Alvarado... Creo que todos marcan como un inicio bas­tante conservador, poco acostumbrados al diálogo, y con una tradición de imposición.

Y eso cristalizó en una Constitución restrictiva...
Claro, claro.

Usted cita al Banco Interamericano de Desarrollo: “El sector em­presarial influye en la formulación de políticas en toda Amé­rica Latina, pero en ningún lugar tanto como en Guatemala”. ¿Qué parte de la responsabilidad de que el país esté como está debe asignársele a ellos?
A lo largo de la historia han sido determinantes en relación a las políticas que se han impulsado en Gua­temala. En el libro se explica cómo fueron de­terminantes, en ocasiones con éxito y a veces no, en re­lación a lo que el gobierno propuso durante el pe­ríodo en que fui ministro.

El sector privado suele escandalizarse por los conflictos de in­tereses que se dan en el seno del gobierno y entre los diputados, pero en el libro habla de cómo el Cacif y la Cámara de Cons­trucción intentaron colarse en el consejo de dirección de la agen­cia que debía evaluar proyectos de alianzas público privadas. ¿Es habitual el conflicto de interés y el tráfico de influencias de parte del sector privado organizado? ¿Por qué vías?
Tanto el Cacif como la Cámara de la Construcción que­daron dentro del consejo de la agencia responsable del impulso de alianzas público privadas, que estarán cen­tradas en proyectos de infraestructura. Es común que el sector privado realice acciones de cabildeo que se reflejan en cambios de leyes o en la oposición a cier­tas leyes, pero en este caso, estar presente en la jun­ta directiva que decidirá qué empresas participarán en proyectos garantizados por el Estado los coloca en la posición de poder defender a determinadas empre­sas de las cuales ellos, familiares o amigos son socios. Es una invitación a la corrupción o al tráfico de in­fluencias. Hace muy difícil que exista una evaluación ob­jetiva de cada proyecto y de las empresas que estarán par­ticipando en el proceso.

Reforma fiscal y transformación social

Hay varias ideas llamativas que Edelberto Torres-Rivas ade­lanta en el prólogo. La primera de ellas, que su lucha por la reforma fue un combate contra la historia. ¿La ganó o la perdió?
Esa lucha no se ha ganado ni perdido todavía. Creo que es una lucha larga y precisamente uno de los objetivos del libro es contribuir a esa lucha. Es una lucha prolongada. Sí, reconozco que no avancé lo que hubiera querido avanzar, y en particular no lo­gramos avanzar con la implementación de esto que se llamaba la reforma integral. Ahora, creo que pusimos en la agenda el tema claramente. Quedaron iniciativas de ley ya hechas con base en el espíritu del Grupo Pro­motor de Diálogo Fiscal. Eso ahora se está reto­mando. En ese sentido se avanzó como país al reconocer la importancia de este tema y yo esperaría que el tra­bajo que hicimos en el Ministerio haya contribuido como base.

¿Se llegó a presentar una iniciativa de ley para la reforma integral?
No, nosotros se la dimos al secretario general de la presidencia. Pero ahí por lo que explico en el libro, el presidente decidió que no se presentara al Congreso. Se presentó sólo una parte, la correspondiente a la tri­butación indirecta, que después se convirtió en An­tievasión ii. De todos modos esa primera parte, la del impuesto sobre la renta, sí pasó por un proceso bas­tante amplio de discusión, con organizaciones so­ciales, diputados y el sector privado. En ese sentido con­sidero que avanzamos algo, pero no suficiente. Le­jos de suficiente.

Otra idea que expone Edelberto Torres-Rivas es que en estos momentos la reforma fiscal es más importante, más revolucionaria, que una reforma agraria.
Ha habido tres temas que en Guatemala han sido muy polémicos. Han sido la reforma agraria, el papel del ejército y la reforma tributaria. Y creo que sí en el momento actual ha ido quedando claro el papel del ejér­cito (no es que haya consenso pero no es un tema tan polémico como el fiscal). La reforma agraria quedó atrás el momento en que debería haber sido imple­mentada.

¿Por qué?
Porque la actividad económica se ha ido desplazan­do a otros sectores y ya no tiene la misma importancia como centro del poder económico y político del país.

¿Dónde está ahora ese centro?
En lo fiscal.

Y en...
En la capacidad del Estado de impulsar el desarrollo, incluyendo el desarrollo rural.

Eso de parte del Estado, pero si nos vamos a... ¿Sería los ban­cos?
No, está bastante más diversificada la economía gua­temalteca. El sector servicios, la industria... El sec­tor agrícola es cierto que todavía tiene la mayor pro­porción de personas que trabajan ahí, pero aunque se distribuyera toda la tierra entre esas personas ya no alcanzaría. Entonces, sin que deje de justificarse al­guna redistribución de tierra ya no es algo tan im­portante como antes en el sentido de que antes podía ser un aporte decisivo para el desarrollo del país.

O sea, ¿la reforma tributaria sería la reforma principal para ase­gurar la redistribución de poder?
Para asegurar el poder del Estado de impulsar el de­sarrollo. Y eso pasa por tener una mayor autonomía fren­te al sector privado u otros, y para redistribuir tam­bién.

¿Por qué creen que no basta con combatir la evasión y ampliar la base tributaria?
No basta combatirla con acciones en aduanas o con­trol de los evasores sin modificaciones de la ley. Las propuestas que impulsamos durante mi período de gestión como ministro, tanto en relación a impues­tos como el iva como al impuesto sobre la renta, in­cluían numerosas normas para combatir la evasión y el contrabando, e iban desde sanciones más fuertes a ser aplicadas en las aduanas hasta la obligación de re­portar los costos reales de las empresas y los gas­tos verdaderos de los individuos, con el fin de no re­ducir lo que reportaban como ventas, ganancias o in­gresos. Esto puede generar ingresos tributarios fuer­tes pero de manera gradual; elevar tasas, como las aplicables a la circulación de vehículos, puede te­ner un efecto más inmediato.

Algo que está en el libro, insinuado o esbozado, pero no ana­lizado, es toda esta idea de la nueva correlación de fuerzas que se hace obvia con el Gobierno de Alfonso Portillo. Por ahí se ha­bla de los cooperativistas, de Gustavo Alejos y Carlos Meany den­tro del gobierno. ¿Cómo pudo ver desde dentro del ministerio esa nueva correlación, si es que considera que existe tal?
No, yo creo que sí hay una diversificación de los sec­tores privados. Productivos, más que privados, por­que ahí se incluye sectores como los cooperativistas, que se han fortalecido muchísimo y que incluso, bueno, en el Gobierno, como menciono en el libro, había una rela­ción especial con el sector cooperativista en gene­ral. Positiva. Hay esa diversificación, pero volvemos al tema ideológico. Creo que sigue predominando en ese sentido el sector privado más tradicional. Eso es muy diferente a El Salvador. Allí por ejemplo se desa­rrolló un sector financiero que tuvo la capacidad de imponerse a los demás y de imponerles su propio pro­yecto. Un nuevo sector que aglutinó y movió al país en otro sentido. Incluso en el sentido de apoyar a Arena. En Guatemala no ha surgido ningún otro sec­tor con esa capacidad de cuestionar o desplazar a los sectores más tradicionales. Entonces a pesar de to­da esta diversificación, sigue predominando esa vi­sión y ese sector.

¿En parte porque los tradicionales se han sabido diversificar y entrar en esos sectores pujantes como el financiero?
Sí, en parte. Ahora, creo que hay otro sector que es­tá surgiendo ahí, que es el sector... llamémoslo “ma­fioso”, “gangsteril”, a veces vinculado con el narco, y que a veces también se vincula con la actividad po­lítica, que sí está generando mucho temor dentro del sector privado –del otro sector privado– y que yo creo que conduce a lo fundamental ahora, que es la seguri­dad. Y la seguridad como un tema que requiere un for­talecimiento del Estado, que a su vez conduce a la ne­cesidad de una reforma fiscal. Ahí yo vería una ven­tana que eventualmente pudiera hacer más facti­ble una menor oposición del sector privado a ese for­talecimiento del Estado por la vía fiscal. Pero también de­­biera ir acompañado de una rendición de cuentas y de un respeto al Estado de Derecho. Si no, vamos a tener un Estado autoritario, más a la Justo Rufino Ba­­rrios, y tampoco creo que la población –ni el sector pri­vado– vayan a querer ese tipo de cosas.

Lo sórdido del gasto público,
lo luminoso de la transparencia

Habla de rendición de cuentas. Existe la impresión muy ex­tendida de que no se ha avanzado nada por el lado del gasto público.
Uno de esos avances viene de hace varios años. Quien lo empezó fue Luz Toledo Peñate, que fue vi­ceministra y después ministra de Finanzas en el Go­bierno de Arzú. Ella empujó el Sistema Integrado de Administración Financiera. Y a partir de entonces es bueno reconocer que todos los gobiernos o casi todos lo fortalecieron. Nosotros lo extendimos a las munici­palidades, y ya casi todo el sector público está cubierto por ese sistema de información sobre las finanzas. Es im­portante desde dos puntos de vista: primero, para la toma de decisiones. Permite saber con qué recursos se cuenta, cómo se canalizan, permite el seguimiento. Pe­ro por otro lado también facilita la evaluación desde la perspectiva de los ciudadanos, los centros de investi­gación, los grupos políticos. Eso creo que es algo en lo cual Guatemala está muy adelantada. De hecho, cuando vino una misión del Fondo Monetario Inter­nacional nos dijo que estaba entre los países más avan­zados de América Latina.
Eso del siaf se complementó ahora con su vínculo con el Sistema Nacional de Inversión Pública. Eso lo dejé encaminado, pero no lo pude ver en la práctica. Per­mite tener un monitoreo del tema de los proyectos de inversión pública, que es una de las fuentes mayores de corrupción. Todavía se está comenzando a aprove­char, pero yo sí lo veo como un instrumento fundamen­tal para evitar sobre todo los abusos en el Congreso y los Consejos de Desarrollo. Se tendrá que ampliar. Será necesaria una lucha. Pero ya lo hay.

¿También abarca los consejos de desarrollo?
Tiene que abarcarlos. No sé si ya los incluyeron, pe­ro la idea es que los cubra. Luego está la Ley de li­bre acceso a la información pública, que se aprobó en el 2008. Eso no muchos países lo tienen. Ojalá hubiera esa transparencia en el sector privado... Bueno, no esa, porque no tienen que rendir cuentas por su pro­pia actividad privada aparte del respeto a la ley, pero por lo menos en relación a su vínculo con el sector pú­blico, sí deberían hacerlo. Ahí se avanzó en reformar la Ley de Contrataciones. Entre las medidas a favor de la transparencia está también el certificado o cons­tancia de disponibilidad presupuestaria, algo que exi­gimos desde el 2009. Sirve para evitar el crecimiento de la deuda flotante y establece que los responsables del ámbito financiero pueden ser despedidos o sujetos a procesos judiciales si no lo cumplen. Creo que no fue­ron avances suficientes, pero sí se aprobaron re­formas. Eso fue en el 2009. Todavía es un proceso de­masiado lento. Además se logró prohibir que los fi­deicomisos puedan contratar ong.

¿Pero eso se ha cumplido?
Entiendo que sí en lo referente a nuevas actividades. Creo que se ha aprovechado para renovar arreglos que ya existían, pero es bastante contundente la dispo­sición que hay. Se logró que Covial se limitara a acti­vidades de mantenimiento. Eso fue una lucha larga que no evita todos los abusos, pero sí acota algo. En ma­teria de medicamentos hicimos algo ahí para tra­tar de evitar el exceso... Dos cosas: 1) acciones para evitar que los precios fueran muy altos, que hubiera una ex­plicación técnica adecuada de por qué los precios eran su­periores a los precios de referencia, y ahí obligamos a que tuvieran que modificarse los contratos. Y 2) me­diante un acuerdo ministerial establecimos las exi­gencias en materia de información requerida a las em­presas sobre sus características, sus actividades, para que eso estuviera público.

Con respecto a los medicamentos tuvieron problemas dentro del Gabinete.
No, tuvimos problemas con Gustavo Alejos.

Usted, dice en el libro, le llamó la atención al presidente acerca de que no había derecho de que alguien con ese tipo de conflictos de interés pudiera influir en ese sentido.
Había una presión para que salieran las cosas rá­pido. Y sugerencias de cómo tratar el tema. No las acep­tamos. Y por eso pues lo confronté en esa ocasión. In­cluso el presidente me llamó más tarde por teléfono y me dijo que tenía razón. Se moderó un poco.

¿Pero el presidente tomó alguna decisión?
No. Lamentablemente en todo esto la decisión más importante es modificar las juntas de calificación, que son nombradas por las entidades que hacen las com­pras. En el caso de los medicamentos, el Ministerio de Salud, el igss, y el Centro Hospitalario Militar. Lo que el presidente propuso es que él mismo los nombraría pa­ra evitar que fueran personas sujetas a presiones. Pero eso nunca caminó.

“Oscura atracción por el dinero”

Hace un momento hablaba de ese otro sector gangsteril, mafioso, que se vincula con la actividad política. ¿Cómo lo hace? ¿Por qué vías?
Especialmente por la vía de obras que son asigna­das mediante ciertas empresas que son propiedad de quienes las asignan, de amigos, de familiares. Esto ocurre sobre todo en los Consejos de Desarrollo pero tam­bién en otras entidades ejecutoras, como el Ministerio de Cultura o el Ministerio de Comunicacio­nes.

Y ha mencionado también en el libro, con mucha insistencia, el Congreso. Edelberto Torres-Rivas lo trata en el prólogo: “Bien vis­ta la oscura atracción por el dinero, el fenómeno de la corrup­ción en el poder legislativo es el mayor obstáculo para las refor­mas modernizadoras”.
Ese es uno de los principales mensajes del libro. El interés privado prevalece sobre el interés público. Ése es el caso de un montón de diputados. Eso lo vi­mos muy específicamente en relación con un tema par­ticular: el impuesto sobre vehículos. Había diputados con intereses en ese ámbito que se opusieron férreamen­te a que pudiera aprobarse. Diputados de varios par­tidos, incluyendo a diputados de oposición.

¿De oposición o aliados?
Ambos. Ése es un reflejo específico, pero creo que el caso más notable es el de las obras. Ahí es don­de se reflejaba mejor y también en una lucha entre gas­to social y gasto en obra. Ése es un dilema económico que normalmente se analiza en términos abstractos: có­mo hay que mantener en equilibrio la inversión en la gente y la inversión en equipo e infraestructura. Hay mucha insistencia en retomar el gasto en inver­sión física, pero uno no puede hacer abstracción del te­ma de la corrupción.

Y es ahí donde es más fácil...
Claro, sí. En gasto social no, porque está mucho más reglamentado. Probablemente haya algo, por ejem­plo en el nombramiento de puestos y esas cues­tiones, pero los límites ahí son más estrechos y la can­tidad de dinero mucho menor.

¿Y es en esta dialéctica entre gasto social e inversión física en don­de el Congreso logra “capturar” u obstaculizar la labor del Eje­cutivo?
Sí, el tema de obras se volvió una de las mayores reivin­dicaciones de los diputados, desplazando otros te­mas.

Pero el Ejecutivo cedía...
No necesariamente, porque los propios diputados te­nían la capacidad de modificar el presupuesto y ocu­rrió en el caso de los presupuestos que... A mí me to­caron dos presupuestos formalmente establecidos: el que heredamos del gobierno anterior para 2008 (los di­putados lo ampliaron rediseñando los fondos para la inversión), y después en el presupuesto que pro­pusimos para 2009 también modificaron la compo­sición: redujeron el gasto social y aumentaron el gasto en obras. Por eso es importante que la rendición de cuen­tas no sea sólo la del Ejecutivo. Deberían rendir cuen­tas también los diputados. Aquellas modificacio­nes plantearon muchísimos problemas, dejaron fuentes de financiamiento incompatibles.

Yo me refería a otro asunto. Es cierto que el Congreso legisla y da forma al presupuesto en un primer momento. Pero cuando el Ejecutivo se ve con menos dinero del que esperaba ingresar, en­tra a negociar con el Congreso préstamos, deuda. Muchos con­gresistas en ese momento ponen como condición que parte sea para obra.
Sí, sí.

Y el Ejecutivo cede.
Ahí hay niveles. Yo estuve en la negociación del pre­supuesto para el 2010 y un grupo pequeño de dipu­tados pidió que se aumentara el gasto en inversión. Y se aumentó. Pero logramos todavía mantener el gas­to social. Hicimos unas reasignaciones... pero hasta ahí llegamos. Y después teníamos estos mecanismos que buscaban transparentar el gasto y evitar los mayo­res abusos. Ahí poder controlar los fideicomisos es clave. La corrupción se da por pasos.

El tema de la deuda fue crítico. El gobierno, presionado por el sector privado, echó mano de la deuda interna a un interés, apro­ximadamente del 8% en promedio, que analistas co­mo Fernando Carrera consideran excesivamente alto. ¿Por qué se manejó así?
El mercado de la deuda no es un mercado compe­titivo, con una innumerable cantidad de pequeños compradores, sino que está constituido por un grupo re­ducido de bancos que son los que compran los títu­los de deuda, y que se pueden negar a comprar títulos si el interés que se les paga es muy bajo. Por eso fue que iniciamos un proceso doble: primero, tratar de obtener más financiamiento del exterior, con plazos más largos e intereses menores y, segundo, mejorando el funcionamiento del mercado interno de deuda, transparentándolo, estableciendo normas que permi­tieran aumentar el tamaño del mercado y alargando pla­zos. Aunque no logramos reducir la tasa de interés tan­to como pretendíamos, logramos ciertos avances y, además, logramos alcanzar plazos más largos, de 15 años, por primera vez en la historia.

La acción ¿política?

Hábleme de la descalificación como estrategia política.
Bueno, yo encontré que en muchos casos no se ha­blaba directamente de determinada política o acción gu­bernamental sino que se buscaba criticar a la persona que la estaba impulsando o que estaba asociada con ella. Por ejemplo, como explico en el libro, durante mis in­terpelaciones hubo intentos por descalificarme a mí, como persona, indicando que yo había involucrado al Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, del que fui director, en contratos con el gobierno o que ganaba millones de quetzales, para descalificarme y sin discutir los programas o políticas que estaba im­pulsando, como parte del gobierno.

Usted es muy crítico con quienes piensan que basta ser un em­presario exitoso, un buen académico o un brillante tecnócrata para ser político. Y dice, si no recuerdo mal, que la política es el más difícil de los oficios. ¿Por qué?
La política consiste en manejar el poder para al­canzar ciertos objetivos, y hacerlo por la vía del con­vencimiento, del diálogo, de la búsqueda de acuerdos, la comunicación, la conciliación y a veces por la vía de la confrontación, al mismo tiempo que se conoce bien al país, a sus habitantes, a sus deseos más sentidos y a cómo cambian. Son ámbitos de acción que no se apren­den de la noche a la mañana ni en una empresa, una universidad o un organismo internacional, y que ade­más deben combinarse con una visión de largo pla­zo sobre el tipo de país que se quiere, de cierto conocimiento sobre las políticas y acciones específi­cas para alcanzar ese país que se quiere, y de sus lími­tes, y de hacerlo en compañía de personas capaces, honestas y dispuestas a sacrificarse. Se trata de exigen­cias o requisitos mayores a los que normalmente re­quie­ren otras profesiones.

¿Cómo describe la composición interna del Gabinete ampliado, con secretarías, etcétera? ¿Y cómo afectaba esa conformación a la actitud del presidente?
(Fuentes Knight permanece callado, reflexivo, cer­ca de quince segundos. Después arranca:) Había cier­ta coherencia dada por la importancia que se le asig­naba a lo social. Cierta conciencia de que este no era un gobierno de los empresarios, que había cierta au­tonomía con respecto al sector empresarial. Sin que eso significara que no había diálogo o relación. Y aún cuan­do había algunos personajes de este sector, aunque no del más tradicional. Pasamos por crisis difíciles co­mo la de Rosenberg. Fue un gabinete que apoyó muy sólidamente al presidente, en particular, pero tam­bién a la primera dama y Gustavo Alejos.
Dicho eso, que es lo que aglutina, sí había tendencias muy diferentes. Había una línea más o menos social de­mócrata en la que estábamos Haroldo Rodas, Luis Fe­rraté, algunos del staff político, Zurita, y yo. No era muy grande el grupo. Luego había otro más empresarial: Meany, Gustavo Alejos, Robbie Dalton. Gente más cer­cana al partido, como Lancerio, Jairo Flores, pero hay traslapes.
Las discusiones no eran muy profundas en el gabinete.

¿Y eso era síntoma del algo más?
Eh...

O sea, ¿las discusiones se daban en otros lugares menos formales y apropiados? ¿O no se daban en absoluto?
Algunas sí y otras no. Había un consejo de seguridad que se manejaba de manera independiente por el pre­sidente. De ese no sabíamos gran cosa. Lo explico eso en el libro (ríe a carcajadas, porque es alrededor de la quinta vez que me lo advierte). Es que ahí está más pensadito que estar hablando.

Al presidente no lo presenta como alguien dubitativo. Sí refle­xivo, pero no dubitativo. Sí oscilante, cambiante, según las in­fluencias del momento.
Influencias y consideraciones políticas de él mismo.

¿Quiénes eran las personas con mayor capacidad de afectar sus decisiones?
No sé si tengo toda la información. Porque hay ám­bitos que yo no cubría. Pero yo tenía cierta influencia. Haroldo Rodas tenía influencia. Gustavo Alejos, San­dra Torres. Y creo que dependía un poco del tema tam­bién.
El libro incluye un episodio titulado “El Gabinete en la sombra”. Habla de los imprecisos mecanismos de coordinación y seguimiento que utilizaba el presi­dente y de cómo Gustavo Alejos sabía moverse en esa imprecisión, siendo selectivo con lo que merecía se­guimiento o no. A Alejos lo describe como un hombre leal al presidente, callado en las sesiones del Ejecuti­vo o a menudo ausente, lo cual dado su poder ponía “de manifiesto la debilidad del gabinete como instan­cia de toma de decisiones”. “Una de las personas con ma­yor incidencia en el Gobierno” con un “ámbito de ac­ción política amplio, resultante de una combinación de cuatro factores: tener una estrecha relación política y personal con el Presidente, ser el principal operador del poder ejecutivo ante el Congreso y ante ciertos em­presarios importantes..., contar con un monto gran­de de recursos propios con capacidad y voluntad de destinarlos a fines políticos, y participar en negocios que dependían de las contrataciones del Estado.”

¿Por qué tenemos la sensación de que ha sido un presidente que ha tomado decisiones muy incoherentes y que la línea dis­cursiva de este Gobierno ha sido de choque pese a que la línea de actuación ha sido mucho más suave?
Parte de la respuesta está fuera del Gobierno. El he­cho de que había esta relación diferente con el sector privado creo que explica en parte eso. No había un acce­so directo del sector privado al gobierno. Quiero de­cir, una participación directa dentro del Gobierno. Un expresidente de Cacif como ministro equis no había. O alguien reconocido por ellos. No manejaban to­da la información interna. Esa lejanía relativa se re­flejaba en problemas. A veces lo comentamos. Había un grado tremendo de confrontación sin que hubiera me­didas que lo justificaran. Creo que eso lleva también al tema de Sandra Torres, que ella sí empujaba con mucha fuerza ciertos temas.

Contra toda racionalidad fiscal, en algún momento, ¿no?
(Se abstrae de nuevo. Pasan cerca de siete segundos.) “En algún momento” tal vez es la clave ahí, ¿verdad? Ini­cialmente no. Creo que el problema vino tras la no aprobación del presupuesto de 2010. Cuando co­menzó a tomar una dinámica de ese tipo sin un res­paldo en términos de recursos, ahí sí comenzó a darse.

Bloqueos, amenazas

La última vez que hablé con usted le pregunté si había detectado al­gún nuevo mecanismo para impedir las reformas y me dijo que no. Pero en el libro hay uno: la presión legal contra los man­dos medios, el eslabón más débil.
Pero eso no es nuevo.

Al menos no estaba registrado en sus publicaciones sobre el te­ma.
Ahhh, jajaja. No, pero eso no es para nada nue­vo. Llevan a los tribunales a los funcionarios.

¿Pero por qué a los medianos?
Bueno, no tiene por qué ser a los medianos. Aquí ha habido casos donde han llevado a otros. Weymann es un caso clarísimo. Ahí hay un peligro que explico en el libro: mejor hacer lo mínimo si uno siente que le van a caer encima con una acusación. Especialmente si manejar esa acusación implica recursos. A veces son multas, pero a veces es todo el proceso en sí. Eso con­duce a minimizar el riesgo o no tomar iniciativas.

¿Y usted tuvo alguna amenaza de este tipo?
No recuerdo alguna ahorita. (Días después me es­cribirá en un correo electrónico: “sí fui objeto de ame­nazas de llevarme a tribunales por aparentes delitos. Recuerdo, en particular, que con el vicepresiden­te y el superintendente de la sat publicamos una lista de evasores, y tanto el vicepresidente como yo fuimos ob­jeto de procesos que intentaban quitarnos el dere­cho a antejuicio. Afortunadamente no prosperó y el pro­ceso –iniciado por abogados asociados a uno de los evasores identificados– fue declarado inválido por la Corte de Justicia”).

En el libro sí habla de amenazas, pero de otra índole.
Sí, pero no contra mí.

No contra usted y no del sector privado ajeno al Ejecutivo. Vie­nen de Gustavo Alejos, no recuerdo si por la negociación im­positiva con las telefónicas.
No, es por el tema de este acuerdo ministerial que trans­parentaba las empresas privadas que eran con­tratadas por el Estado.

¿Cómo sucedió eso?
Aquello fue hacia un viceministro. La posibilidad de llevarlo a juicio por eso y de mantenerlo así eter­namente.

La negociación con las telefónicas. Usted dice que se renunció a imponerles un impuesto a cambio de que financiaran la cam­paña de Sandra Torres. La versión que circula con más fuerza es que al final fue una negociación entre las telefónicas y Gustavo Ale­jos. ¿Es cierto?
Solamente conozco la primera versión, de una fuen­te confiable que no puedo delatar, y tampoco lo pue­do probar.