martes, 13 de diciembre de 2011

Denise Phe-Funchal, la condiscípula más actualizada de Saki (JL Perdomo Orellana)



Para nadie es un secreto que si de hacer equilibrios perfectos en el vértigo de las curvas de Saki se trata, que si de volver a ver desde la mirada de Jane Austen es el asunto, que si de ubicar los espacios que Louise May Alcott delineó entre los  árboles se trata, que si de percibir el peso de los ritmos interiores va el asunto, muy bien podría postergarse la relectura de las páginas antologables de ellas y de él… para renovar la capacidad de sorprenderse en el azogue de las propuestas literarias justicieras de Denise Phé-Funchal, a quien por supuesto la crítica de libros al uso aún no coloca en la misma ventana que abrieron Alcott, Austen y sobre todo Saki, pero ya lo hará, sí que lo hará, sin que Denise tenga la menor necesidad de acudir al recurso del agente literario ni a las ofertas de fin de año ni a ningún tipo de secretos extemporáneos.
A su escritura los remito.
A Las flores, su primera novela, por ejemplo, o a Buenas costumbres, su primer libro de ¿cuentos?, su primer libro de piezas maestras para ser exactos, obras sinuosas como un alargado vaso de Absolut cayéndosele de las manos a Truman Capote mientras mira caminar a Marilyn Monroe por un muelle a esa hora insondable en que la noche ha llegado o ha llegado el amanecer, da lo mismo.
En la escritura de Denise alguien grita milagro y se deslava la conciencia,
en espacios sin ángeles ni cielos sólo existe el regreso infinito,
la única libertad es alejarse unas ruedas de mamá,
alguien te dice al oído acá no,
debajo de la nostalgia hay temor,
ayer es siempre tu cumpleaños,
la noche desborda las ventanas,
¿qué están haciendo ahí unos pescadores calificados de asesinos de angustias?,
un nuevo colibrí cuelga en el centro,
la saliva tiene colores,
ya encontrarás el cebo perfecto,
increíble pero cierto: la guía telefónica te sonríe aunque Dorothy Parker jamás te lo creería,
en palabras no pronunciadas el ansia es rígida,
la eternidad de los insectos se hace la loca,
entre cortes y recortes una flor quiere salir sin tu permiso,
la belleza debe ser moldeada por un jardinero o si dios con d baja nos bendice las semillas crecerán para ser jardineros,
hay voces deshidratadas entre el polvo sublevado,
en sábados eternos te conviertes en la compañera perfecta,
la representación aún no termina,
no hay que dudar de las buenas voluntades mucho menos de las buenas costumbres, que para eso están: para volver a los acantilados sin dejar huella, para reconfirmar que debes ser bella y arrancarte los vellos de la discordia pues la mirada del revendedor de carne mustia está a punto de sondear tu falda y qué tal si también te sondea la bragueta,
igual que a Fernando Pessoa más te vale confiar en la matemática de los helados,
¿a poco no te habías dado cuenta de que el alma está compuesta de uñas?,
mejor guarda tus recuerdos en una caja de galletas sin fecha de caducidad, cúbrelos con recortes de periódico o dibujos o calcomanías, sobre todo con manías, la madre de familia, el padre de familia diciendo acá no, el tiro en la sien,
bienvenidos al museo de las buenas costumbres, que para eso están las costumbres, los museos y quienes los visitan.
En pocas palabras y sin ningún secreto de por medio, bastará decir su insondable nombre para recordarle al mundo que la sutileza aún existe, que la condiscípula (no la discípula) más actualizada de Saki se llama Denise y que sus musicalidades suenan a Nathalie Merchant y Amy Winehouse, a Adele y Annie Lennox.
A su escritura los remito.
                                               JL Perdomo Orellana





miércoles, 7 de diciembre de 2011

Sam Colop, por Raúl Figueroa Sarti


 Como no suelo llevar agenda no recuerdo cuándo fue que José Luis Perdomo me comentó que Sam Colop quería conversar conmigo en torno a la edición de el Popol Wuj, cuya primera edición fue publicada por Editorial Cholsamaj. Luis Enrique estaba insatisfecho con dicha edición y deseaba realizar otra de mejor calidad.
Desde hacía varios años, luego de leer La edición sin editores (André Schifrin), soñaba con hacer en F&G Editores un colección que recogiera la bibliografía guatemalteca indispensable para “entender Guatemala y a los guatemaltecos”, algo así como la American Library de Estados Unidos. Lo natural en una colección así es que empezara con el Popol Wuj; sin embargo. Así que la posibilidad de publicar la versión de Sam Colop era una oportunidad que no se podía echar en saco roto.
Con Luis Enrique empezamos a trabajar la edición en enero del 2010. Fueron múltiples revisiones las que con él y Perdomo realizamos de la primera edición. Por sugerencia de Perdomo, con lo cual Luis Enrique estuvo totalmente de acuerdo, decidimos que las 411 notas explicativas se colocarían al final del libro, con el objetivo de hacer más fluida la lectura del texto.
Luego de más de un año de estar revisando concluimos la edición en marzo del 2011 y los primeros ejemplares salieron de imprenta en el mes de abril. El último mensaje de Luis Enrique con correcciones es del 29 de marzo de 2011.
Durante todo el proceso de edición apenas sí tuvimos ocasión de conversar de otros asuntos que no fueran el Popol Wuj. Sin embargo por invitación de la Universidad Mariano Gálvez de Quetzaltenango el 26 de mayo de 2011 realizamos una presentación en la sede de dicha universidad. A pesar de que su estado de salud se veía bastante deteriorado Luis Enrique hizo el viaje y dictó una conferencia sobre el significado del Popol Wuj y su trabajo de traducción, ante una sala llena de estudiantes universitarios que evidentemente no comprendían de qué estaba hablando Luis Enrique.
El viaje de regreso a Guatemala fue una verdadera delicia. En todo el trayecto Luis Enrique me contó sobre su niñez en Cantel, las noches que siendo niño cuidaba la milpa, sus estudios en el Instituto Santiago, su ingreso a la Universidad Rafael Landívar y sus estadías en Estados Unidos trabajando en la traducción del Popol Wuj. Semanas después le tocaba viajar a Estados Unidos, Filadelfia, adonde iría a revisar documentos relacionados con su nuevo proyecto de traducción de crónicas indígenas. Y a su regreso iríamos a Aguacatán, Huehuetenango, en donde le ofrecerían un homenaje.
Finalmente no me fue posible acompañarlo a Aguacatán, viaje que realizó solo. Con lo cual me perdí la oportunidad de volver a conversar con él.
El lunes 18 de julio, Sam Colop estaría en la Feria del Libro en Guatemala conversando con José Luis Perdomo sobre su versión del Popol Wuj. Lo que sería un taller con maestros sobre el libro finalmente se convirtió en un homenaje a este hombre sabio, quien falleció a la temprana edad de 55 años el 15 de julio de 2011.

A su regreso de Aguacatán me mandó el siguiente mensaje: “Raúl: Lástima que no pudiste acompañarme para Aguacatán; fue hitazo total. Me pasé toda la mañana hablando y contestando preguntas de los estudiantes de la escuela bilingue Maya-Aguateco (todo lo contrario de los universitarios de UMAG en Xela hace una 20 día que, por lo visto, ni idea tenía de lo que estaba hablando). Me fui y regresé en Halcones hasta Huehue y de allí me fueron a traer y llevar de regreso a Huehue. Ayer por la tarde me llavaron a conocer el nacimiento del río San Juan. Los 10 ejemplares del libro que me llevé no bastaron (la próxima semana que vaya a la capirucha te paso dejando la plata y tal vez podamos hacer algunas cuentas como hablamos cuando fuimos a Xela). Mi sorpresa fue que durante el homenaje: diploma, un chalequito y un pequeño estipendio que los estudiantes habían reunido en actividades previas para este evento fue escuchar una canción que compusieron y dedicada a un tal "Sam Colop" (no lo tenían grabado pero lo van a hacer y me van a enviar copia en un CD. Al regreso en la camioneta venía pensando en lo ocurrido y de pronto me acordé de Monteforte Toledo que una vez escribio o dijo -ya no me acuerdo- que los reconocimientos y homenajes son de mal aguero. Saludos.”

¡Gracias querido Luis Enrique!

El próximo domingo 11 de diciembre, cuando Luis Enrique, cumpliría 56 años, se inaugurará en la casa de su padre un “Comelibros”. Comparto con ustedes la invitación de la familia:
“Por este medio queremos compartirle el día domingo 11 de diciembre, en el marco del cumpleaños, 56 ab’ de Sam Colop, se inaugurará, en la casa paterna, ubicada en aldea Xecám, municipio de Cantel, Quetzaltenango, un espacio físico para que la niñez, juventud y comunitarios, puedan interactuar con los documentos escritos por Sam Colop, específicamente con el Popol Wuj, tanto versión Poética K’iche’ como la versión en Español y notas de Sam Colop y de igual forma con el Popol Wuj Versión Infantil, del mismo autor.
     En ese espacio se compartirán cuentos, leyendas y libros de la cultura maya de autores guatemaltecos y extranjeros, cuyo objetivo, es la entrega  del legado de Sam Colop a su comunidad de origen. Es deseo de la familia que la población meta mencionada (en el documento de presentación del proyecto), tenga oportunidad de hacer un reencuentro con el contenido y el lenguaje del Popol Wuj, a través de la lectura creativa, en un espacio interactivo, de modo que se  propicie el amor, la lealtad y la identificación con las raíces ancestrales mayas.
     A partir de este espacio físico y espiritualmente apto se estaría incentivando la reconstrucción de la historia local, la recopilación de cuentos, leyendas y mitos de la comunidad. Dicho proyecto, se denominará “UCHA’XIK SAM COLOP”.”


martes, 6 de diciembre de 2011

Sam Colop, prodigioso hacedor de la palabra, por José Luis Perdomo Orellana



De un diamante sólo pueden y deben decirse refulgencias.
Y refulgencias son las que han dicho acerca de la versión que Luis Enrique Sam Colop nos dejó del Popol Wuj.
Para el novelista guatemalteco/español Francisco Pérez de Antón, por ejemplo, fue “un privilegio presentar esta nueva edición del Popol Wuj, la obra más sustantiva y trascendental de la literatura precolombina en el continente americano. Y el motivo se debe a que no estamos ante una traducción más, sino acaso ante la definitiva, merced al extraordinario trabajo de un lingüista con el talento, el saber y la dedicación del doctor Luis Enrique Sam Colop”, quien “ha empleado 5 años de su vida en traducir con acuciosidad rayana en la obsesión esta joya de la literatura, la mitología y la historia prehispánicas. Y no lo ha hecho a partir de copias o textos de segunda mano, sino del original que se encuentra en la Newberry Library de Chicago.
“El doctor Sam Colop aventaja a los traductores anteriores en tener la lengua quiché por lengua materna, lleva más de 25 años dedicado al estudio de la poesía maya y, por si eso no fuera bastante, ha mantenido consultas permanentes con destacados especialistas de las culturas precolombinas de Guatemala.”
Para Irma Otzoy, la hoy viuda de Sam Colop, “El Popol Wuj es también único en su naturaleza, por cuanto congrega… la cosmogonía y arte escrito de la cosmovisión maya… Como mujer kaqchikel me siento honrada de comentar el Popol Wuj en esta traducción particular… Esta versión es célebre porque nos accede al Popol Wuj en forma clara y con lujo de recursos fundacionales. Es una versión que se vale de fuentes históricas, lingüísticas y antropológicas que deja poco espacio al acertijo o a las aproximaciones del traductor, o bien a elucubraciones esotéricas.
“Es una traducción que hace sentir el dinamismo del mundo indígena. La noción cíclica del tiempo maya no repite idénticamente cada ciclo, opera con modificación. El lenguaje poético de coplas, tripletes, cuartetos que afloran en todo el texto, invitan a profundizar sobre la historia de los pueblos indígenas y a querer experimentar el arte de la palabra maya en cada una de sus lenguas.”
Según la también doctora Irmalicia Velásquez Nimatuj, Sam Colop “demuestra que los k’iche’ contemporáneos no sólo son capaces de elaborar con calidad las más fieles traducciones de los textos de las madres y padres de la palabra, sino además se convierte en un traductor-develador que corrige colosales errores de las traducciones anteriores y con elegancia muestra al conocimiento universal la original mitología y la histórica poesía con que los tres maestros de la palabra venidos de la orilla del mar escribieron.”
Por lo que a mí respecta –que no soy ni pretendo ser novelista ni español ni guatemalteco ni maya ni caqchikel ni quiché ni doctor, pero eso sí, un lector con el supremo derecho de leer un libro desde la primera hasta la última línea o abandonarlo desde la primera, recomendarlo o descalificarlo por los siglos de los siglos--, sólo agregaré que durante 45 años jamás pude concluir la lectura de las traducciones del Popol Wuj anteriores a la de Luis Enrique, pero hoy, gracias a la excesiva siembra y escasa cosecha de él, gracias a su esfuerzo permanente por hacer de Guatemala un lugar menos bruto y mucho menos brutal, ya perdí la cuenta de las veces que he leído y releído su prodigiosa e irrepetible versión, una traducción que sólo pudo tener su origen en la sabiduría amorosa de un Maestro de la Palabra, en un Dador de la Palabra, en un Padre de la Palabra como él, como Luis Enrique Sam Colop, a quien Guatemala mató de tristeza y desolación hace cuatro meses y a quien, por supuesto, le hubiese encantado estar aquí para platicar con ustedes y beberse por lo menos una botella de tequila, y aquí está, en los vinos y en los tequilas que nos tomaremos por él, pero sobre todo está en las páginas memorablemente editadas, refulgentemente impresas por F&G editores, otro diamante que sólo pudo haber salido de las minas metafóricas de F&G editores, pues en sus sagrados talleres sólo están acostumbrados a pulir diamantes.
Ninguna biblioteca en el mundo estará completa a partir de hoy, si entre sus libros no aparecen los prodigios que Sam Colop distribuyó en esta su inolvidable y perenne versión del Popol Wuj
¡Salud, caríssimo Sam, menos mal que Guatemala, antes de aniquilarte, aún te dio tiempo de concluir tan noble trabajo!

JL PERDOMO ORELLANA