“Encomio” es una de esas inocentes palabras en idioma español que nacieron culpables y se quedaron circulando bajo sospecha el resto de sus días.
“Encomio” es una palabra que en sí misma trae la autozancandilla de sinónimos y voces afines como “lisonja / zalamería / coba / requiebro / embeleco / carantoña / pelotilla / camelo / bombo / ditirambo / adulación”.
“Encomio”, peor aún, suena también a “reconcomio”, que equivale a “recelo / sospecha / prurito”…
Hoy no estamos aquí para encomios, ni mucho menos para reconcomios.
Tratándose de Francisco Pérez de Antón, hoy sólo podemos estar como estamos aquí: para elogiar y para enaltecer su vida y su obra desde todas las esquinas opuestas radicalmente a los recelos que infestan los saldos de la patria.
Aunque… tampoco… Ni así las cuentas cuadran.
¿Cómo y cuánto enaltecer a Francisco Pérez de Antón, si es su compañía de más de medio siglo la que continúa enalteciendo los 108 mil kilómetros cuadrados en los que estamos?
¿Cómo y cuánto elogiarle, si es él quien nos elogia con su cercanía sin callejones y con la atención que sigue dándonos?
A Mario Payeras, por ejemplo, en Veinte plumas y un pincel, le dice: “intelectual revolucionario, poeta, narrador, dueño de una prosa de primer orden”.
De Enrique Gómez Carrillo, asevera: “superdotado prosista guatemalteco de vida romántica y viajera que ocupa un lugar privilegiado entre los grandes de nuestra lengua”.
A Siang Aguado de Seidner, le dice: “mujer renacentista, persona de múltiples intereses intelectuales y estéticos, una de las grandes humanistas del país, el Renacimiento es su filosofía y su cultura”.
De Méndez Vides, asegura que “uno desearía contar historias como él las cuenta, con esa fluidez de manantial y esa desenvoltura…”
De María del Rosario Molina, establece: “ilustre Diana cazadora… benefactora de la lengua española… dignísima heredera de una heroica estirpe de académicos y escritores… Su arte es decir las cosas con arte. Y con muchísima gracia”.
De Amable Sánchez, indica: “cordial, purísima, canora, como el agua de su pozo, así es su enorme poesía”.
De Roberto González Goyri, añade: “es acaso uno de los artistas más completos que haya dado Guatemala en su historia. Artífice que a cada paso que daba, conseguía superar las cimas de su capacidad creadora, un gran artista, un gran hombre”.
A Rogelio Salazar de León le dijo “lector y escritor inteligente y culto”.
Y de Gerardo Guinea Diez nos dijo que “pertenece a esa clase de narradores que se deleitan haciendo que el lector se muerda las uñas”, además de ser “un sesudo investigador del sentido oculto de las cosas, de los enigmas de la vida y de las creencias”.
¿Cómo elogiar a alguien como Francisco Pérez de Antón, que nos ha enaltecido de tal manera?
Quizá recordando a Gurdjieff para quien era claro que “Sólo puede ser llamado notable el hombre que se distingue de los que lo rodean por los recursos de su espíritu y porque sabe contener las manifestaciones provenientes de su naturaleza, mostrándose al mismo tiempo justo e indulgente hacia las debilidades de los demás”.
Quizá pensando, cada vez que lo veamos pasar: “Ahí viene Francisco Pérez de Antón… a su paso debería sonar siempre no la Fanfarria para un hombre común de Emerson, Like & Palmer, sino la Fanfarria para un hombre notable, compuesta por el maestro guatemalteco Joaquín Orellana o por la muchachada canadiense de Arcade Fire o por el maestro zaragozano Enrique Bunbury y sus Héroes del Silencio, para nada santos ni mucho menos inocentes.
“Por vía de mientras” (como sigue diciendo el candor de nuestros campesinos) mejor trasladémonos a la sencillez de las pláticas directas y concluyamos:
MARÍA CONSUELO GUTIÉRREZ DE PÉREZ DE ANTÓN:
una de las mayores obras maestras a la que usted ha contribuido con su mirada y sus huellas digitales es la multicitada presencia guatemalteca de Francisco Pérez de Antón. Lo sabemos y se lo agradecemos.
El lugar común sigue desgastándose al indicar que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer.
Tratándose de usted hay que agregar de inmediato que a la par de un gran hombre como Francisco Pérez de Antón, ha habido una gran esposa, una gran mujer como usted, María Consuelo Gutiérrez de Pérez de Antón… aunque algunas amigas suyas nos dijeron la vez pasada que en realidad usted no ha estado a la par de él, sino que muchas veces ha ido adelante.
Sólo faltaría agregar que, tratándose de un poeta y por añadidura de un humanista, contamos con la autorización de León Felipe para decir con él, con Joan Manuel Serrat y con ustedes, estirando un poco una de sus líneas y quitando otras:
VENCIDOS
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te he visto pasar…
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te he visto pasar…
y cuántas veces te grito: “Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar…
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo (…)”
Cuántas veces, Francisco Pérez de Antón, por esta infinita llanura de fintas, requiebros y culpas, a Don Quijote hemos visto pasar, seguir de largo, pero usted se ha quedado para decirnos desde el centro de Hombre adentro:
“No hay día que no me hagan sentir culpable de alguna cosa. De comer mucho helado o de comer poco apio. De no ahorrar o de ser tacaño. De consumir en exceso o de no gastar en absoluto. De no tomar nunca el sol o de pasarme de tueste. De no contribuir a la conservación del mangle, usar demasiado papel o no gustarme el queso de cabra. Hace años que no fumo, pero no importa. Después de lo que me costó dejar el hábito, resulta que también hice mal en adquirirlo. Si no soy transgresor, soy cómplice. Y si no, presunto implicado. ¿Hay algo que el hombre común haga o deje de hacer hoy día que no esté mediatizado, fiscalizado o afeado por todo un ejército de improvisados jueces, organizaciones regañonas y grupos de presión con malas pulgas? El hombre contemporáneo es más libre y extravertido que ayer, pero también está sometido a toda suerte de torturadores que le acosan por deudas no contraídas y de las que nunca había sido consciente… Todos somos reos de algo. O todos responsables de todo. ¿Hay una hambruna en Ruanda? A ti se debe. ¿Los huracanes son hoy más numerosos? Tú tienes la culpa. ¿Tienes éxito en la vida? Alguien te hará sentir mal por ello. ¿No tienes éxito en la vida? Debería darte vergüenza”.
Cuántas veces, Francisco Pérez de Antón, por esta infinita llanura de silencio, en horas de desaliento, a Don Quijote hemos visto seguir de largo, pero usted se ha quedado para indicarnos desde su Memorial de cocinas y batallas:
“El exceso de discreción o de modestia es a veces tan malo como el exceso de vanidad, pues el que calla otorga. Y si lo que se calla es una mentira que otros pretenden utilizar para hacer daño moral o material a otras personas, la discreción y la modestia no sólo se vuelven cómplices del que miente, sino, además, vergüenza de quien otorga.
“Aquél que más grita y más ensucia, y dice tener pruebas fehacientes, aquél que más escándalos provoca y más hace enrojecer de vergüenza a quienes sabemos que miente, aquél, en fin, que más apela a su honradez y a la justicia, ése es el impostor.
“Quien dice la verdad, en cambio, se ve forzado a recurrir a la ley, que es lenta y no siempre reivindica, y a esperar a que el tiempo le acabe redimiendo de la maledicencia.
“Sólo los hechos y la reiterada repetición de la verdad devuelven a ésta su ropaje.”
Cuántas veces, Francisco Pérez de Antón, por esta infinita llanura ardiendo en taimados inciensos a Don Quijote hemos visto seguir de largo, pero usted se ha quedado para advertirnos desde El gato en la sacristía:
“Si los obispos hubieran aplicado ayer siquiera una parte de la doctrina que hoy predican, y hubieran llevado a la práctica siglos atrás las propuestas que impulsan en éste, el mundo sería otro, no hay duda. Pero lo cierto es que la institución que hoy proclama la pobreza como virtud esencial del cristiano incurrió durante milenio y medio en una monstruosa acaparación de riqueza. Y ninguna manipulación de la historia ni ningún rasgamiento de vestiduras pueden ocultar ese sol con un dedo. Ahí está, por ejemplo, el testimonio visible de las aldeas y los pueblos de América y Europa. La mayoría de ellos no puede mostrar un edificio civil histórico digno de tal nombre, pero sí un templo descomunal que sobresale por encima de las humildes viviendas”.
Cuántas veces, Francisco Pérez de Antón, por esta infinita llanura que la mayor parte del tiempo suena a llaves trucadas predispuestas para el despojo, Don Quijote ha seguido de largo pero uno de los protagonistas de Los hijos del incienso y de la pólvora no se ha movido y sigue diciéndonos: “La historia no es una, sino muchas. Cada cual tiene una versión de lo acaecido, sea del tiempo pasado o del presente. Y todos aspiran a que se crea la suya y nada más que la suya. Para conseguirlo, tachan, borran, alteran, distorsionan, destruyen. Imagino que sabéis lo que es un palimpsesto, ¿sí?, uno de esos documentos en los que se raspa el texto anterior para escribir otro encima. Mientras el papel aguante, claro, y el pasado se olvide. La verdad histórica es siempre eso, hijo mío, un documento raspado y alterado”.
Cuántas veces, Francisco Pérez de Antón, por esta infinita llanura donde una vez hubo una patria o quizá ni siquiera una vez la hubo, a Don Quijote hemos visto pasar de largo, pero uno de los protagonistas de El sueño de los justos ha ido y ha vuelto para emplazarnos:
“Sacrificarse por los demás no causa dolor, sino júbilo… La mayor virtud del que salva no es pensar en sí mismo, sino en aquellos a quienes desea hacer felices. El pesar de los sueños no realizados, no es el peor de los pesares; lo es el de las cosas que no hicimos o el de las injusticias que se cometieron ante nuestros ojos sin haber hecho nada por evitarlas.
“…de la libertad, como del amor, rara vez se alcanza todo lo que se espera… No obstante, el amor verdadero, el que es zarza y a un tiempo espiga, deja siempre una huella imborrable. A veces una cicatriz, para qué engañarnos. Pero aun lacerado y vencido, el buen amor vuelve siempre, como la lluvia y los sueños de junio, para cercarnos con su nostalgia y herirnos con su dulzura.”
El amor, otra vez el amor, Francisco, el amor verdadero, para seguir usando o ya de plano saqueando sus palabras.
Como decíamos antes los de antes, gracias de todo corazón a María Consuelo Gutiérrez de Pérez de Antón, porque cuando Francisco tuvo insomnio le propició el reposo del guerrero, un sueño benefactor y la orquestación de libros vivos. (Si para Juan Gabriel Vásquez “Nostromo es la mejor novela sobre Latinoamérica jamás escrita fuera de la lengua española”, para nosotros, hasta el momento, las mejores novelas adentro del idioma español sobre esta región maravillosa y despiadada donde nos tocó nacer siguen saliendo de las recias huellas digitales de Francisco, La guerra de los capinegros incluida junto a las que vienen en camino).
Gracias de todo corazón al Tío Manuel, con quien Pérez de Antón aprendió a leer.
Gracias de todo corazón a Soto de Caso, Oviedo, España, porque como todas las Ítacas le dio lo que pudo y si no pudo darle más la culpa tampoco fue de ninguno de los dos.
Gracias de todo corazón a Jesús Chico García, en Artemis Edinter, por haber sido el primer editor de Francisco Pérez de Antón en Guatemala.
Gracias de todo corazón a María del Carmen Deola de Girón, quien desde los sellos Alfaguara, Aguilar y Taurus continúa editando espléndidamente su obra siempre renovada.
Gracias de todo corazón a Raúl Figueroa Sarti, quien en F&G editores está por incluir una añeja obra suya.
Gracias de todo corazón a Gerardo Guinea Diez, por las batallas que libraron juntos en Crónica.
Gracias a cada una y a cada uno de ustedes, por estar aquí desafiando a esos batallones de sombras ominosas que en todo el mundo no encontraron mejor refugio que la zona 1.
Y gracias, por supuesto, perennes gracias a Francisco Pérez de Antón sin cuya presencia no estaríamos hoy aquí.
Los parisinos pueden preciarse de que deambulan por donde caminó Voltaire y caminó Montaigne.
Los suizos tienen el dato exacto de las gradas que subió y bajó Elias Canetti.
Los londinenses pueden preciarse de que ese río es el mismo que vieron Saki, Oscar Wilde, Connolly y Chesterton.
A los estadounidenses les sobran los motivos porque por ahí pasaron Mark Twain, Hemingway y H.L. Mencken.
Los noruegos saben que en esa esquina de Oslo vio hacia la derecha Knut Hamsun.
Los vieneses saben que en ese café leía los periódicos Thomas Bernhard.
Los alemanes saben que por ese puente cruzó Heinrich Böll.
Los españoles han determinado con precisión que en ese cielo alguna vez se posó la mirada de Cervantes.
Los argentinos tienen la certeza de que allá se sentó Borges, escoltado por Bioy Casares… pero todo en tiempo pasado, como platicábamos ayer con el también maestro de maestros Felipe Valenzuela.
En tiempo presente, en tiempo real, ahorita mismo, en este preciso instante, los guatemaltecos podemos preciarnos de que Francisco Pérez de Antón está entre nosotros, sigue entre nosotros, es entre nosotros.
En este único sentido, nada tenemos que envidiarle a nadie ni a ningún otro lugar.
Gracias de nuevo, Paco, caríssimo Paco, ¡muchísimas gracias de todo corazón!
JL PERDOMO ORELLANA
Qué excelente biobibliografía de don Francisco Pérez de Antón.
ResponderEliminarCada párrafo invita a leer el que sigue, el que sigue y por qué terminó tan rápido. Y es que para hablar y decir lo bueno, tal vez malo y quizá feo de Pérez de Antón se necesitan muchas páginas. Aunque, como sabemos que el nuestro no necesariamente es un país de lectores, quedó mejor la reseña de Perdomo para que todos lean lo básico y se interesen por la vida y obra pública de "nuestro" ciudadano guatemalteco por naturalización, "tan guatemalteco como tú".
Nos deja picados Perdomo al anunciar que "F&G editores está por incluir una añeja obra suya": ¿cuál de todas las conocidas será? ojalá que de su baúl saque algun manúscrito inédito, para así gozar de nuevo con su lenguaje y forma sencilla y amena de decir las cosas, sean académicas, crónicas, novelas o simples opiniones, que no por simples dejan de ser interesantes, por decir lo menos.
Me permito invitarlos a leer:
Francisco Pérez de Antón -Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” 2011
Publicado en:
The Black Box, “La Bitácora Económica y Política de Centroamérica”, el domingo 23 de octubre de 2011:
http://ca-bi.com/blackbox/?p=5762
Atto.
Ariel Batres V.
Guatemala