Inicialmente este libro fue concebido como un proyecto sobre el desarrollo integral de Centroamérica, es decir, los cambios económicos y políticos a partir de los años sesenta, que le diera continuidad a aquel ya viejo libro de nombre equívoco –Interpretación del desarrollo social centroamericano–,[1] que termina justamente en esos años. El tiempo todo lo cambia porque el germen inicial del proyecto fue parte del compromiso académico asumido durante una estadía en el Rockefeller Center for Latin American Studies, Harvard, en el año 2001. Durante el tiempo transcurrido escribí varios trabajos en esa dirección, que fueron completando aquel propósito nunca satisfecho. El proyecto cambió de rumbo en distintas estaciones de la vida. Ahora es un conjunto articulado de ensayos sobre la crisis política de los años setenta/ochenta del siglo pasado que condujo a intentos revolucionarios en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
El interés por solo tres países de la región está así explicado. En consecuencia aquel ambicioso empeño tiene dos limitaciones: su mirada se redujo en el tiempo y en el espacio. No es una investigación en el sentido empírico de búsqueda personal de datos, sino ordenación e interpretación de relatos, cifras y datos que otros investigadores recogieron o produjeron.
Este trabajo es un ejercicio personal, de la cuarta edad, de reflexión sobre Centroamérica, una crónica de lo sucedido en esta región atormentada y dolorosa, llena de rebeldías y fracasos, con una historia empecinada por hacer menos injusta la sociedad. No lo hemos logrado. También es una incursión para saber más sobre sus clases dominantes y sus expresiones de poder. Largos años para entender y explicar el prolongado drama, encontrar el sentido del terror y la muerte y el dolor de decenas de centenas de personas, donde hubo familiares, amigos, desconocidos. El torbellino de la guerra civil ha herido a dos generaciones y deja una herencia de la que aún no somos conscientes para aprender y continuar. Y menos para librarnos, como sociedad, de sus perversos efectos.
Con disculpas por las referencias personalizadas, sólo quiero recordar que el primer libro que publiqué, arriba mencionado, fue escrito cuando la crisis y la violencia revolucionarias estaban gestándose. Cuando creíamos en el socialismo, en clave cubana, con más fervor que certezas. Ahora se publica este trabajo, cuatro décadas después, en que se ha vivido un terremoto histórico, teórico, personal: el socialismo se hundió en lo profundo por sus debilidades y virtudes; el marxismo debilitado en sus extraordinarios méritos teóricos busca sin encontrar aún las nuevas condiciones de su modernidad; la revolución centroamericana fue derrotada por su inherente imposibilidad histórica. De esa imposibilidad nunca percibida habla este trabajo. La revolución en Centroamérica era necesaria con la misma fuerza por la cual era inviable. Así, fuimos doblemente derrotados.
Por la fuerza de arraigadas convicciones ideológicas es difícil la actitud neutral frente a los hechos aquí estudiados. Las ciencias sociales exigen objetividad como garantía de su capacidad explicativa; la verdad es una relación íntima entre el sujeto y la realidad, un precipitado histórico que califica una relación de conocimiento y que produce una verdad personal. La conclusión es que la verdad histórica que aquí se presenta, constituye una interpretación particular de datos, documentos, testimonios. Casi un libro sobre libros. No fui actor ni testigo, sino espectador activo pero lejano, de ahí que mi empeño sea conocer, comprender e interpretar.
Dicho más simplemente, entender lo que sucedió. Está pendiente aún la obra que integre y resuma este pedazo difícil de nuestra historia; alguien que haga el amplio mural que recoja con trazos maestros la pintura de cómo la sociedad centroamericana se revolvió para cambiar, ese esfuerzo de dolor y heroísmo que por momentos nos resulta inútil. Hasta ahora solo abundamos los mediocres dibujantes, o pintores que a base de bocetos, diseños inacabados, trazos imprecisos, mal uso de espacios y colores, nos hemos acercado al tema.
Lo que ha sucedido en Centroamérica es un desafío que excede en mucho lo que ha sido el común de la historia latinoamericana y que resulta difícil explicarlo para la teoría política. Por ello alguna vez me pregunté si hay ciencias sociales de la anormalidad; y refiriéndose a las originalidades de la historia de Paraguay, Delich afirma que ese país es o debería ser considerado como uno de los mejores cementerios en la región de teorías existentes y simultáneamente como una rica veta de nuevas proposiciones.[2] ¿Dónde hubo, como en El Salvador, una dictadura militar, o un régimen dinástico que como en Nicaragua se prolongó por casi medio siglo? ¿Cómo entender un orden político que como en Guatemala pretendió ordenar la sociedad asesinando a más de cien mil ciudadanos en un lapso no mayor de dos años? No es fácil entender cómo en un pequeño país como El Salvador, de 34 mil kilómetros cuadrados, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) pudo articular el ejército popular más grande jamás habido en América Latina que no pudo ser derrotado por el ejército mejor armado por Estados Unidos, pero tampoco pudo ganar. Aún más difícil es entender cómo triunfó en Nicaragua el fsln, que un año antes de entrar con fervorosos cantos a Managua no tenía más de 300 militantes organizados.
En toda esta escritura, las simpatías son evidentes en tanto son inevitables, se filtran de manera casi inconsciente sin que por ello se olvide el compromiso de buscar la verdad sobre estas historias y decirla. Es difícil el deber ser objetivo en el tratamiento de episodios próximos a la emoción. Somos conscientes del compromiso de no confundir el análisis con la denuncia y en esta oportunidad, más próximos a Bobbio que a Weber comprendemos que la disyuntiva es un asunto de oportunidad, del momento en que se hace una u otra cosa. Vale decir, hay un tiempo para hacer las acusaciones y las querellas y otro para ejercitar la reflexión. En la visión posmoderna la epistemología de las ciencias sociales es light, lejana, y sentencia que sólo las ciencias de la naturaleza están más cerca de la verdad objetiva.
Varias aclaraciones son oportunas: en los distintos momentos de la redacción de este trabajo se tuvo la conciencia de que algo más había que decir, tal vez marginal al texto por su valor aclaratorio, esclarecedor, necesario como resultan ser a veces las notas al margen de la página. Son las reflexiones adicionales que aparecen como excursus, y que pueden no leerse, que desestimarlas no influye en los argumentos centrales. Se tiene conciencia de que lo que allí se dice forma parte de alguna argumentación; se decidió dejarlo a reserva de las críticas que despierte.
Este estudio comprende los tres países de Centroamérica donde hubo guerra civil o conflicto armado: Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Existe la creencia en ciertos círculos académicos de que Centroamérica es una sociedad continua en el sentido que posee rasgos o caracteres parecidos entre sí y por ello susceptibles de explicaciones comunes. ¿Es más fuerte la heterogeneidad que la atraviesa? El ecúmene es parecido y diverso. La pretensión no es buscar esa fidelidad sino los aspectos particulares en que esas sociedades son diferentes porque estas han resultado ser más importantes.
Más bien hay que distinguir la evidencia que las diferencias distinguen, las que aparecen grabadas en el largo plazo o en los borrosos acontecimientos de la coyuntura (¿historia y sociología?). Las que vienen de la observación directa, del presente vivo, y otras, de la observación indirecta del pasado (¿sociología e historia?). Se comparten en Centroamérica, sin duda, algunas experiencias históricas genéricas como la situación colonial, el subdesarrollo económico y la condición dependiente reforzadas más que por la geografía, por la historia.
En este empeño analítico lo que más vale como factor explicativo es el vaivén entre lo parecido y lo desigual, aplicando “el método de las diferencias”, y esa búsqueda para entender lo que en el velo de las apariencias parecieran ser causas similares y que producen a través del accionar de los actores, resultados opuestos. Hay una cuestión de circunstancias que a veces confunde, y es que los procesos de crisis en los tres países mencionados fueron coetáneos, sincrónicos y se desarrollaran en un escenario internacional común calificado por la Guerra Fría, el anticomunismo y la política exterior de Estados Unidos.
Junto al interés por una visión de conjunto de la historia centroamericana para proponer síntesis explicativas, interesa también la comparación sistemática de su diversidad local, no tanto porque ocurrieron en un tiempo próximo sino porque las animaron intereses y propósitos parecidos y diferentes. El malestar colectivo surgió de múltiples causas, pero adoptó formatos que genéricamente llamamos procesos revolucionarios. Al comparar procesos de descomposición política, sabemos que se realizaron por factores locales diversos pero que condujeron a enfrentar enemigos parecidos y a establecer solidaridades fraternales entre los sectores dominados. Es importante, de manera gradual, sacar conclusiones genéricas, y parear experiencias comunes, obtener comprobaciones generales apoyadas en hechos particulares y ponerlo todo a prueba porque sirven para mejorar la comprensión del momento histórico.
Y ahora, unas palabras finales sobre la modalidad de este trabajo que reúne en formato de libro varios ensayos temáticos ordenados por capítulos; se espera que los problemas guarden un orden integral, lo que no evita algunas repeticiones; en el esfuerzo interpretativo resultaron inevitables algunas reiteraciones que pueden llegar a ser imprudentes. Todo lo aquí escrito es de responsabilidad personal. El texto completo no ha sido leído por ningún colega amigo, pero muchos puntos difíciles, especialmente los más polémicos, han sido largamente discutidos por muchos y en muchas partes. En las Flacso, por ejemplo. Por ello, no son cuestiones originales sino problemas que las ciencias sociales centroamericanas y la vida política ha venido planteando desde hace tiempo. Las interpretaciones personales tampoco buscan la originalidad aunque estén planteadas, tal vez, provocadoramente. La idea central es de doble faz, la necesidad de la revolución y la imposibilidad de realizarla.
De nuevo, y para terminar, si hay errores no son sólo míos. Asumo la culpa como todos los autores suelen decir tradicionalmente en el prólogo, pero también la comparto. Mi hijo Edelberto Torres Escobar me ha criticado y ayudado eficazmente en la etapa final. Numerosos amigos han discutido estos asuntos y a todos les estoy profundamente agradecido, pero son de alguna manera mis cómplices. Tampoco existe institución alguna para agradecer por el tiempo, el apoyo institucional o el financiamiento otorgados para preparar el libro. No tuve mecenas de ningún pelaje. Lo hice trabajando sábados, domingos, feriados y vacaciones, siempre corriendo, fatigando mis ilusiones. Ahora lo publico convencido de que para algo puede servir.
Edelberto Torres-Rivas
Guatemala de la Asunción
Mes de marzo de 2011
[1]. Publicado primero en Chile con el título de Centroamérica: procesos y estructuras de una sociedad dependiente (1970); con modificaciones sustantivas fue publicado en Costa Rica (1973) con el título de Interpretación del desarrollo social centroamericano.
¿Dónde puedo adquirir el libro en El Salvador?
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